viernes, 17 de junio de 2011

Guía de supervivencia para la simpleza 2: Macarrones.

Debido a que (como ya dije en post anteriores) estoy a dieta, no puedo comer muchas cosas de las que me gustaría. Sin embargo, me encuentro en un periodo en el que se me permite comer pasta.
Es por este motivo que me decidí a intentar hacer un plato del que no tenía ni una noción básica.
Continúo pues con la Guía de la Supervivencia para la Simpleza.

Hoy cocinamos... Macarrones.

Inspirada tal vez por los "Macarrones Muerte™" de mi amigo Joselete, pero sin poder seguir su receta debido a la alta cantidad de grasucha y calorías innecesarias que contienen, quise hacer unos macarrones a lo light.

Para una persona, la cantidad orientativa de macarrones a cocer es "un puñado y un poco". Esta medida tan rudimentaria pero efectiva quizá pueda denotar que abusamos excesivamente del SMO (Sistema Métrico del Ojímetro), pero es la que es. Te queda un platazo bastante decente, ni muchos ni pocos. Pero bueno, para la gente tiquismiquis, y por curiosidad de cuánto sería "un puñado y un poco", antes de echarlos al cazo, los metí en un vaso (de unos 250 ml) y digamos que faltaba un poco para que lo llenasen. Así que un poco más de la mitad de un vaso estará bien.

Para cocer la pasta, mi madre echa un trozo de cebolla (una capa, más bien), un diente de ajo y una hoja de laurel. Como yo sólo tenía la cebolla, y no sabía que había que echarle ajo, eché un par de cachos de cebolla y puse a cocer el agua. A continuación, eché los macarrones al cazo.

Vigilad el fuego, pues a los 3 o 4 minutos hay que bajarlo porque sino se desborda todo.


Mientras se cocían pensé: No tengo jamón ni chorizo, y aunque los tuviese, no podría comerlos... ¿qué puedo hacer para no caer en la soledad de unos sosos macarrones sin ningún cárnico aditivo?
Como de segundo plato iba a comer unas hamburguesillas (el filete nada más) a la plancha, desmenucé una de ellas e hice los cachejos a la plancha.

Hamburguesillas powah.


Una vez la pasta esté cocida (tiempo aproximado, unos 10 minutos, yo diría), la escurrimos (ya tengo escurridor normal, no como el día del invento de las espinacas), y la ponemos en un plato. Es posible que algún (o muchos) macarrón rebelde se te quede pegado al cazo, si esto te ha ocurrido... pues para otra vez estás más atento. Yo tuve la suerte de que sólo se me pegaron dos y salieron con facilidad, así que tampoco me he preocupado mucho de ese problema :)

Vertemos tomate frito sobre los macarrones. La cantidad, pues depende de como te guste. A mí personalmente me gusta que todos los macarrones tengan tomate, pero sin que haya ninguno que tenga más de la cuenta. Esta enrevesada manera de describir mis preferencias se traducen en una cucharada y media sopera de tomate frito.

Puedes ir revolviendo ya para ver si necesitas más tomate, o por el contrario te has pasado.


A continuación, se echa también las carnecitas que hemos cocinado antes, y se parten unos trozos de queso (ya que no tenía queso de ese de tirillas para la pasta rallado de bolsa), poniéndolos en el plato. Esta idea sí que la saqué de los Macarrones Muerte™.

Pasarse con los quesos indicaría demasiado parecido a los Macarrones Muerte™, que no es lo que buscamos, sino algo más ligero.

Por último, metemos un minuto el invento al microondas, para que el queso se funda.

Casi puedo olerlo desde aquí

Y ahora... ¡A revolverlo todo! Como toque final, yo que soy amante del picante y del tabasco, eché unas cuantas gotas por encima, para darle un poco de gracia al asunto.

De esto último ya no hice foto porque me estaban rugiendo las tripas cual león hambriento, así que me lancé a devorar mi pasta recién hecha como si de un opíparo banquete se tratase.

Será porque hacía mucho que no comía macarrones, pero me supieron a gloria bendita.
Días después, puedo pensarlo con frialdad y la verdad es que estaban buenos. No diré que eran una delicatessen, pues obviamente escogí la forma más simple de hacerlos, pero para salir del paso valen. Que a fin de cuentas, es en lo que consistes esta guía.

viernes, 3 de junio de 2011

El secreto del buen Lavador de Platos

Bueno, antes de nada, he de excusarme por mi "abandono bloggero" (que no es abandono, porque he vuelto, siempre vuelvo, como los domingueros a sus casas del pueblo, como los Jingle-Cats en navidad, como las rebajas que no son tan rebajas al Corte Ingés), y es que estaba de exámenes en la universidad. Bueno, estaba, y lo sigo estando.

En uno de mis momentos de descanso entre estudio y examen, me encontraba hablando por el msn con un amigo, cuando de repente me hizo la siguiente pregunta:

- ¿No te ha pasado esto millones de veces en el piso?

Y me adjuntó la siguiente imagen:


Situación normal de jóvenes inexpertos del fregoteo... ains, AFICIONADOS.

Con nostalgia observé el dibujo, pues a mí eso YA NO ME PASA. ¿Y por qué? Porque he desarrollado un movimiento ágil de muñeca digno de Rafa Nadal que acompañado de unos teoremas matemáticos inventados por mí, impiden que el agua me chorree hasta el mangote (mangote = puño de la sudadera) o hasta casi la axila si ese día llevo camiseta corta.

Primero empezaré contando qué es lo que NO se debe hacer. Es un fallo común, mío también cuando era joven e inexperta, sostener el plato de tal manera que las líneas de líneas de dirección son paralelas y las de sentido son perpendiculares en un ángulo de 90º, tal y como se muestra en el siguiente dibujo:

Repito: Esto NO SE DEBE HACER

Como vemos, la posición del plato con respecto de la mano hace que el agua caiga, gracias al efecto gravitatorio, hacia nuestro bracito.

El truco está en cambiar esta posición lineal de mano-plato girando levemente la muñeca en el sentido contrario a las agujas del reloj, hasta que el plato forme con la linea imaginaria que se encuentra perpendicular a nuestra mano un ángulo de unos 50-60 grados al que he bautizado como "ángulo perfecto". Sé que este párrafo físico-matemático es inentendible, así que para mayor comprensión he plasmado la imagen mental de la teoría en un dibujo de paint:

Perfeccionar la técnica del ángulo perfecto me llevó lustros

Sin embargo, a pesar de que esta posición para sostener el plato dejará tus mangas secas, si quieres ser el "Master of DishWashing" voy a enseñarte el secreto mejor guardado del mundo de los lavaplatos manuales, que te llevará al éxito en cualquier situación fregoteadora.
De nuevo, para explicarme mejor (bueno, y porque me encanta dibujar), adjunto un esquema paso a paso.

Olvidé decir que conviene cerrar el grifo, por aquello de ahorrar agua y salvar al planeta

La flecha roja indicará la dirección que ha de tomar el plato, mientras que la flecha azul indicará la dirección de nuestra mano.

Paso 1: En el fregadero, sacudiremos el plato levemente, pero haciendo movimientos rápidos de arriba a abajo, con el objetivo de quitar el agua innecesaria.

Paso 2: Establecemos en la pila el "Ángulo Perfecto" explicado anteriormente, sin peligro de mojarnos en ningún momento, ya que consideraremos el nivel del fregadero como una especie de símil del "nivel del mar", donde no hay pendientes posibles que hagan que el agua moje nuestro brazo. A no ser que lo metas debajo del grifo, pero eso es culpa tuya.

Paso 3: Ascendemos el brazo, elevándolo por encima del "nivel del fregadero", MANTENIENDO LA POSICIÓN DEL ÁNGULO PERFECTO. Este paso es el más importante y el hacerlo bien depende de nuestro éxito en la misión, o el desastre y la más horrible de las vergüenzas.

Paso 4: Una vez llegado a nuestro destino, el "reposaplatos" (me pregunto como se llamará realmente...), podemos volver a girar la muñeca a la posición original. Es lo más común, y lo que he representado en el dibujo, girar el plato hasta que el ángulo que forme con tu mano coincida con el reposaplatos. Para dejarlo ahí y olvidarte de él.


Si has realizado este proceso correctamente, tu brazo estará seco. Y yo me sentiré orgullosa, pues el aprendiz habrá llegado al nivel del maestro.
Si algo hiciste mal, no desesperes. Controlar esta técnica requiere lavar platos, muchos platos, y no a todo el mundo le sale a la primera. Y recuerda:



"Dal cela, pulil cela, Danielsan" - Miyagi dixit.


Como último consejo, te diré que tengas cuidado al fregar los vasos, ya que si introduces el estropajo-esponja con demasiado ímpetu en el vaso, te puede saltar espuma a la camiseta y/o a los ojos/gafas.

¿Estropajo-esponja = Estroponja?

viernes, 15 de abril de 2011

Guía de supervivencia para la simpleza 1: Tiburón.

¿Qué quiere decir esto? Pues me dispongo a dar unos CONSEJOS (¡SÍ! Me permito el lujo de darlos) para cocinar algunos platos que me han salido decentemente.
Como obviamente, YO NO SÉ COCINAR, tampoco quiero ofender a ningún posible cocinero que me lea (en un presente o futuro) y cuyos pensamientos al navegar por el blog sean palabras como "ULTRAJE", "TRAICIÓN", "DESHONRA", "VERGÜENZA", "FACEPALM", "¿PERO ESTA TÍA DE QUÉ VA?", y un largo etc.
Así que desde mi más profunda humildad, me dispongo a dar consejos para la cocina más simple de los alimentos de los que hable. De ahí el nombre: Si cocinas como yo (for dummies and retarded), será fácil pero lo justo para no morir de inanición.

¡En fin! Empecemos pues.
Para el plato de hoy, quiero que nos pongamos en escena con esta música de ambiente, para entrar bien en la materia. Dale al play y sigue leyendo.



Hoy cocinamos... TIBURÓN.



A no ser que seas más heavy que un escupitajo de lava y vayas a pescar un tiburón con tus propias manos, la opción más recomendable es que lo compres en la tienda.
Del que voy a hablar yo es un tipo de tiburón que se llama tintorera.

Pero yo no lo llamaré así, mola muchísimo más hablar de que cocino tiburones, ¡¡jeh!!

El tiburón que yo tenía era congelado.
Mi primer consejo es que si es congelado, estés atento a la hora de descongelarlo.
JAMÁS he visto un pescado que suelte tanto líquido. Tampoco he cocinado muchos pescados, pero en serio, este es excesivo.
A pesar de que lo escurrí un par de veces en su proceso de deshielo, el plato donde estaba puesto el tiburón se desbordó de agua. Agua de hielo y entrañas de tiburón, cuyo olor te hacía creerte en alta mar, sintiendo la cubierta a tus pies mientras oyes de lejos las continuas quejas de tu tripulación...

- Oye, ¿hacemos ya la cena o qué? - dijo mi hermano.
- Sí, sí... grumete. - dije, saliendo de mi ensimismamiento.

Una vez descongelado, nuestro tiburón debería tener una pinta tal que así

Tiburón crudo. BRUTAAAAL TRONCOOOO

Como vemos, tenemos en en el centro una especie de espina dorsal tiburonesca, la cual está muy dura.
Mi segundo consejo
es que NO INTENTES quitarla. Yo lo hice la primera vez, y destrocé todo el pescado: Está bien pegada, es difícil de quitar, y bueno, es un engorro. Lo mejor es que lo hagas todo de una vez y una vez cocinadito, ya te entretienes quitando las partes duras.

Recuerdo que mi hermano y yo estamos a dieta, así que preparamos el tiburón a la plancha. No tiene ningún misterio este proceso, así que así fue como quedó:

¡Y casi ni se ha encogido! ^^

Una ventaja es que, a diferencia de los demás pescados que hago, no se me destrozó NADA en la sartén. ¡Ay, tiburón, tú si que eres un buen pescao'!
Por otro lado, al separar un poquito con el cuchillo lo comible de la espina dorsal tiburonesca, se puede comprobar que sale muy bien, como decía antes:

Se separó tan suavemente que aún me emociono *__*

Como último consejo, mi hermano no se la juega con mis inventos, así que le hice el tiburón a la plancha y ya está.
Sin embargo, yo me lo hice con pimienta y está bastante mejor. Muy sabrosón.

Ahora que me fijo, ¿le eché mucha pimienta? Bah, qué mas da.

Esta vez sí que se me destrozó un poquito, pero porque mi trozo de tiburón no era una circunferencia perfecta como el otro que le preparé a mi hermano.

¡Eso es todo! Os animo a todos a que os hagáis tiburones de cena y lo vayáis contando por ahí.

- JODER... Estamos comiendo tiburón... de aquí a comernos un jaguar sólo hay un paso, querido hermano... - dije con epicidad y mirando al infinito.

- Estás tonta. - respondió él.

viernes, 25 de marzo de 2011

Estoy hasta los huevos cocidos.

Pocos palos me quedaban por tocar en el asombroso mundo del huevo. Ya hice mi huevo frito feo, mi tortilla de cartón, y os voy a contar qué pasó la primera vez que quise hacer un huevo cocido.

Objetivo: Cocer un huevo. (Foto googlera, bella)

Resulta que estoy a dieta, como buena esclava del modelo utópico de la sociedad. Como inciso, diré que cada vez que me siento a la mesa, me pregunto qué estoy haciendo con mi vida y por qué no me voy al puto Burguer King a hartarme de Steakhouses con alitas de pollo, y brownies de postre. Miro mi pechuguita de pollo baja en grasa y hecha a la plancha y mi ensalada de lechuga; y cuando estoy a punto de salir pitando a ponerme hasta el culo de comida basura, los delirios de mi mente débil y facilmente manipulable me duevuelven a la realidad de un guantazo, al mirar hacia abajo y encontrarme las lorcitas de mi tripa :(
Por eso últimamente parece que cocino hasta bien, ya que todo lo que me hago es a la plancha o ni siquiera hay que cocinarlo.

Eeeen fin, pues aquella noche me faltaba algo de cena, y como no tenía nada aparente por la nevera, le dije a mi hermano:

- Oye tío, ¿y si nos hacemos un par de huevos cocidos?
- Vale - respondió él.
- Llama a mami, a ver cuánto tiempo tienen que estar cociéndose.

La llamada de la ayuda a nuestros padres nos informó de que los huevos debían estar cociéndose unos 10 minutos.
Dicho y hecho. Llenamos medio cazo de agua, echamos los huevos y a esperar.

Tras pasarse los diez minutos (exactos, yo diría), mi hermano me avisó impaciente:

- Ya se han pasado los 10 minutos, ¿los sacamos ya?
- Naaah... Déjalos otro poco más. Una cosa que deberías saber es que la unidad de tiempo materna no es una ciencia exacta.
- Ya pero ese huevo tiene una raja.
- Tú hazme caso a mi, que yo soy la que prende fuego a la cocina.

A regañadientes, mi hermano me permitió dejar un tiempo de cortesía a los huevos. Al ratito, saqué el que tenía la raja y lo pasé por el grifo porque quemaba.
Me dispuse a pelarlo, pero en esste proceso mi cara empezó a cambiar. Y mis dedos a tocar algo que no era "cocido".

Si hubiese salido un pollo de ahí, no me habría extrañado lo más mínimo

¿Pero qué coj...? ¡Esto es una inmundicia! Me empecé a cabrear, porque está claro que el mundo huevil tenía algo en mi contra. Por supuesto, no podíamos devolver el huevo al cazo para que se siguiese haciendo, así que opté por guarrear y después tirarlo a la basura.

Lo que digo, una asquerosidad.

- Nos han mentido. Mami nos ha mentido. - dije con solemnidad.
- ¿Y ahora qué hacemos? Si echamos otro, uno se cocerá más que el otro. - preguntó mi hermano.
- ¿Pero cómo pudo...? ¿Mentirnos a nosotros, unos pobres desgraciados inútiles en la cocina...? ¿¡CUÁNTO TIEMPO!? ¿¡CUÁNTO HAY QUE ESPERAR PARA QUE SE CUEZA UN HUEVO!?
- Lo mejor es que saquemos el que está ahora en el cazo. Echamos otro, y esperamos más o menos el mismo tiempo, y luego los volvemos a juntar. Para que estén equilibrados y eso.
- Haz, haz lo que debas, yo estoy demasiado indignada. Ù_Ú

Pasados otros 10 minutos, juntamos los dos huevos en el mismo cazo. ¿Cuánto debíamos esperar entonces? ¡CUANTO MÁS MEJOR! Así que los dejamos otro cuarto de hora allí cociéndose. No sabíamos qué podía pasar, pero si nos salían malos, o demasiado cocidos, pensábamos rendirnos. Tirar todos esos cigotos fallidos de gallina y cenar alguna chorrada. Yo prefería morirme de inanición a seguir sufriendo.

15 minutos después...

- Ha llegado el momento. - dije - Enfermera, bisturí.
- ¿Qué?
- Que me des uno de los huevos y algo para romperle la cáscara.

Empecé a quitar un poco de piel. La superficie blanca huevil parecía consistente. Eso era buena señal. Ufffff... Tanta tensión me estaba crispando.

- ¡ENFERMERA! ¡SUDOR!
- Déjate de hacer el idiota, y venga.

Quité casi toda la piel, y una sonrisa empezaba a cruzar mi cara...

- ¡COCIDO! ¡ESTÁ COCIDO! ¡ESTÁ COCIDOOO! ¡MUAHAHAHAHAHAHA!




Clara dura y tacto consistente :D

Por si acaso, lo partí por la mitad, para comprobar la yema, que era lo más importante. Salió algo bastante decente :)

¡Síiiiiiiii!

Tan contenta como estaba, hicimos la operación con el otro huevo. Sin embargo, ésta no tuvo tanto éxito y la yema salió un poco cruda :(

Jo... :(

Le dejé a mi hermano el huevo bonito, en agradecimiento a su apoyo moral, y nos pasamos toda la cena hablando de por qué los padres mienten a sus hijos en temas culinarios.

Días después, mis padres vinieron a recogernos para volver al nido familiar, y aprovechamos para recriminarles sus mentiras.

Nos dijeron que no nos habían mentido, y tras contarles la historia de cómo tardamos una media hora en hacer dos huevos cocidos y uno mal cocido, se rieron cariñosamente, nos llamaron inútiles y nos dieron un consejo que me hará mejor persona en el apasionante mundo de cocer huevos:

"Hacerlos a fuego lento... que si no por dentro no se hacen."

Sin embargo, para la próxima vez espero encontrar una barra de huevo cocido, rollo salchichón, como ésta y evitaré estas historias desagradables:

¿Venderán esto por internet?

miércoles, 2 de marzo de 2011

El invento popeyesco

En un principio, pensaba obviar la parte chunga de esta historia. Quedar como una persona perfecta y sin ningún tipo de inconveniente culinario. Pero todos sabemos ya que no soy tal persona.
Sin embargo, me he dicho: Soy un ejemplo de autosuficiencia y saber hacer, unos nervios de acero en situaciones desesperadas, soy una mente imprevisible y llena de recursos, soy un MacGyver de los fogones, ¡¡¡soy DIOS!!! MUAJAJAJAJA.
Vístanse con sus mejores galas, salgan a la calle a celebrarlo, que suenen redobles de tambores y que las charangas campen a sus anchas por la ciudad, porque...


¡¡¡¡HE HECHO UNA COMIDA BIEN!!!!




Hace poco, me decidí a hacer espinacas. Congeladas. (¿Tanto presumir para eso? Efectivamente.)
Las espinacas congeladas, o al menos las que yo compré, vienen concentradas en cubos perfectos.

Canon de la belleza: El cubo.

Creo que para una persona, la ración normal es de 4 cubos, a ojímetro.

Aquí hay 8 (dos raciones), pero se puede comprobar que los cubos no eran tan cubos.

En la bolsa se especifican dos caminos cociniles: hacerlas en cacerola o hacerlas en un taper al microondas. A pesar de que la bolsa recomendaba la opción del taper en el microondas (porque así se conservaban el 100% de las propiedades de las verduras) a mí me pareció una opción demasiado heavy para ser mi primera vez, así que me decidí por el cazo.

Aunque, como os cuento, te dan muchos detallitos sobre las propiedades de las verduras y no sé qué historias (que a mí me importa poco, pues me las voy a comer igual), NO VIENE CUANTA CANTIDAD DE AGUA HAY QUE ECHAR. Así que yo me la inventé, y llené más o menos la mitad del recipiente cacil de agua.
En cuanto empezó a hervir, arrojé mis piezas cúbicas de espinacas al agua ebullente, las cuales al tocar su superficie hacían un gracioso ruido de "¡plop! ¡fssshhhh!".
Como curiosidades de inexperta, diré que cuanta más agua eches, más rápido se te desbordará el cazo de la espumilla esa que sale, y tendrás que bajar el fuego. A mí me jode tener que bajar el fuego, realmente me sienta mal, así que considero este dato importante.

Las espinacas se fueron cociendo felizmente, por yo me emocioné mientras las revolvía de arriba a abajo, para que se deshiciesen bien los cubos.

¡Popeye el marino soy, fiu fiu! (8)


La historia no tiene más chicha, pues se hicieron y yo me quedé muy feliz. Paré el fuego y me dispuse a buscar un "aparto escurridor" (véase imagen), para quitar el agüilla de mis espinacas.

Tecnología punta :)

Revolví todos los cajones y, oh sorpresa, oh dolor, lo único que encontré fue...

Tecnología gorrión :(

Y he aquí donde entra mi maña e improvisación, ¿cómo hacer para colar toda mi cantidad de espinacas con esa pequeñez hecha para colar zumos?
Se me ocurrió coger un taper vacío, y ayudada con una cuchara de madera, me puse a cola POCO A POCO las espinacas. El proceso está explicado en el siguiente dibujo:

OLÉ, OLÉ Y OLÉ.

Tras este laborioso pero rotundo éxito, las sofreí con ajo, y me las comí. Muy ricas todas. :)
Por cierto, en el sofrito, las espinacas empezaron a "dar saltos" (Y NO ES COÑA) en su propia sartén, manchándome los azulejos de al lado de los fogones de motitas verdes. Por suerte, se limpiaron con facilidad.

Pd. Buscando una imagen en Google de unas espinacas perfectas, me he encontrado con los siguientes "postres" que casi me dan ganas de potar. No porque no estén buenos (que no lo sé, y espero nunca saberlo), si no porque me imagino los postres reales, dulcecitos, y luego me imagino que están hechos con espinacas. Y AZÚCAR (aunque no lo lleven, pero mi imaginación es así). PUAG.

Asco 1: Tarta cumpleañera con espinacas.


Asco 2: Tarta/pizza (no lo sé muy bien) con espinacas.


Asco 3: Brazo gitano de espinacas.


Dios, que mal cuerpo. No sé si volveré a comer espinacas después de esto.

domingo, 13 de febrero de 2011

Thirsty World

Hora: 22:30
Lugar: Exterior del edificio, a unos 100 metros de casa.

Obras en la calle. Los obreros trabajan dura y afanosamente en un agujero que tienen en mitad de la acera.

Para que quede claro: FOTO DE GOOGLE.

No se sabe qué traman, pero por suerte nos pilla lo suficientemente alejados para que no nos afecten ruidos molestos, rodeos innecesarios para cruzar por acera segura, ni ningún inconveniente. La ciudad descansa tranquila...

Mientras tanto, en el nido del gorrión...

Ni en el portal, ni en la puerta de afuera, ni en ningún lugar visible hemos encontrado nada extraño. Me dispongo a preparar la mochila para el día siguiente mientras mi hermano friega los cacharros de la cena.
De repente, escucho un alarido de impotencia:

- NOOOOOOOOOOOOOooooooooooooo...

Me sobresalto asustada, y me dirijo al lugar de donde proviene el grito, que por supuesto, es la cocina.

- ¡Han cortado el agua! ¡Y justo cuando iba a aclarar las cosas! - me dice mi hermano desesperado.


Definición gráfica de putada.

Sorprendida, intento accionar el grifo sin éxito.

- Pero si no había ningún cartel en ninguna parte de que avisaran de que iban a cortar el agua - digo extrañada, y miro el reloj - ¡si además solo son las diez y media! ¿cómo se les ocurriría cortar el agua ahora, hora universal de fregar o preparar cenas?

Rapidamente abro la nevera, en busca de la botella de agua (inevitablemente, en cuanto te dicen que te van a cortar el agua, recuerdas de repente que tienes una sed tremenda), y me encuentro con la siguiente TERRORÍFICA IMAGEN:

Be not water, my friend...

- ¡Agua! ¡EL BIEN PRECIADO! ¡Y queda poquísima! ¿qué vamos a hacer, tío? No podemos ni beber. - digo alarmada.

- Bueno, no nos preocupemos, ahora bajaré a tirar la basura y me enteraré de lo que está ocurriendo.

Mi hermano sale por la puerta. Mi garganta está seca. La saliva pasa a través de ella como una lija. Espero impaciente. Los segundos pasan como años bisiestos.

Por fin, aparece por la puerta. Le interrogo con impaciencia.

- Los albañiles dicen que la han tenido que cortar ellos, y que va para rato. Esta noche la vuelven a poner otra vez.

- ¿Y qué vamos a hacer? ¡Sólo nos queda un culín de botella de agua! ¡Oh dios! ¡OHDIOS! Habrá que racionarla. Prioridades: bebida. ¿Y por qué no ponen un cartel, para que al menos podamos tener nuestras reservas llenas? ¿POR QUÉ TANTO IMPROVISTO?

- No sé, eso no se lo he preguntado.

Acordamos mutuamente seguir fregando los cacharros mañana, y al rato yo me voy a acostar...

Hora: 7:20
Lugar: Baño de casa.

El agua aún no ha vuelto. El hogar se ha vuelto un lugar árido y sin vida, quizá porque todos (mi hermano) duermen. La falta de agua de la noche anterior, que antes parecía un mal sueño, se ha convertido en una rutina. Me es imposible despejarme los ojitos, puesto que no puedo lavarme la cara, y deambulo como un zombie por la casa. Tras desayunar, me dirijo a lavarme los dientes, recordando al abrir el grifo y no ocurrir nada, que NO HAY AGUA. Decido dejarle un mensaje a mi hermano, por si cuando despierta he muerto de deshidratación:

Lo de "esperada continuación" era un decir

Marcho hacia clase. Sin agua, la vida es tan... seca...

Hora: 15:00
Lugar: De vuelta al hogar.

El día ha pasado sin pena ni gloria. Por suerte, me pude hidratar bien en la universidad, y he venido fresca cual lechuga. Tras dejar la mochila, lo primero que hago es comprobar el grifo de la cocina. ¡¡EL AGUA HA VUELTO!! Quisiera echarme a llorar de felicidad, pero he de ahorrar lágrimas por si vuelven a cortar el agua esta noche. Alegremente, paseo por mi casa pensando en todas las maravillosas cosas que se pueden hacer cuando tienes agua, y me encuentro la siguiente nota, respuesta de mi hermano:

O_____________O WTF!!

¿Qué? Quizá soy un poco corta, pero no entendí nada. ¿De donde había conseguido el agua maravillosa? ¿cuáles eran esas cavernas? Todo esto era muy raro para mí, así que me bebí un vaso de agua para refrescar las ideas, puesto que la respuesta a todas mis preguntas tardaría aún en llegar...

Hora: 21:15
Lugar: Salón del hogar.

Me encuentro en el sofá, viendo American Dad (y admirando lo genial que es Roger cuando se disfraza o se emborracha, o las dos cosas a la vez). Oigo la cerradura de la puerta de casa, lo que significa que mi hermano ha vuelto de clase.
Con la nota en la mano, le pido explicaciones acerca de lo que había ocurrido en mi ausencia con el agua. Su historia me acaba dejando más preguntas de las que responde:

Nosotros no tenemos llaves del garaje, pues no tenemos coche. Sin embargo él un día se encontró la puerta abierta a la que volvía de clase, y para no dar toda la vuelta, se coló por ahí para llegar a casa más rápido. Mientras andaba hacia el ascensor que comunica el garaje con las viviendas, se dio cuenta de que había un baño en el garaje. ¡UN BAÑO EN EL GARAJE! ¿Para qué? ¿Por si no te da tiempo a llegar al water de tu casa? Está muy bien pensado, pero no tiene mucho sentido.

Aquella mañana, eran las 11 y el agua aún no había vuelto. De repente, se acordó de la existencia de aquel baño en el garaje. Sin muchas esperanzas, se le ocurrió pensar que lo mismo las obras sólo afectaban a nuestro bloque y que quizá los demás bloques (con los que compartimos garaje) si tuvieran. Armado con un cubo, donde recolectaría el bien preciado, se fue camino al garaje CON TAN BUENA SUERTE que la puerta estaba abierta, de alguien que acababa de irse.
Al llegar al baño del garaje, abrió el grifo y ¡¡¡¡MARAVILLOSAMENTE salía agua!!!! Así que llenó su cubito, y se dirigió de vuelta a casa, donde pudo aclarar los cacharros de la noche anterior y asearse sin preocupaciones.

Nuestra vida volvió a ser normal. No volvieron a cortar el agua esa noche, ni la siguiente, y vivimos felices... HASTA LAS SIGUIENTES OBRAS.

To be continued...

No os perdaís THIRSTY WORLD v.2.0 ... PROXIMAMENTE.

viernes, 28 de enero de 2011

Teoría batamantizada

Cuando solía vivir (que con eso de los exámenes, hace mucho que no lo hago), ya comenté que me entretenía mirando los papelotes de oferta que me llegan al buzón.

Antes de navidades, llegó un catálogo del hipercor. Esta vez ni si quiera lo había mirado, pues no tenía intención de ir a comprar nada allí, ya que el hipercor en cuestión me pilla un poco en el quinto pino desde mi casa.
Sin embargo, mi hermano SÍ que se lo había visto de principio a fin, y cierto día al llegar a casa, corrió emocionado a recibirme.

- ¿Sabes qué? ¿sabes qué? ¿sabes qué? ¡¡MIRA LA PÁGINA CATORCE!!

Así que fui a ello y me encontré con el siguiente artículo:

¡¡¡¡BATAMANTAAAAAAAAAAAA!!!!

¡LA BATAMANTA! ¿La vendían en el hipercor? ¡Oh dios mío! ¡Y la protagonista del anuncio está leyendo Crepúsculo hasta echar la pota y poniéndose ciega a carajillos! (¿No conoces la batamanta aún? Click aquí y aquí).
Tras maravillarme de la popularidad de la batamanta y recuperarme del asombro que me produjo el tenerla tan al alcance de la mano, olvidé el tema y seguí con mi vida.

Pero sin embargo, la Batamanta había calado hondo en mí, y en momentos de mucho frío echaba de menos (incoscientemente, eso sí) un producto similar. ¿Sería tan calentita como se comentaba por ahí? ¿Podría utilizarla para fines sectarios tal y como decía el gran Loulogio?

Hace un par de findes en mi nido familiar, me decidí. En un rato que tuve libre, me dediqué a buscar información sobre la Batamanta. ¡ESTABA DECIDIDA A COMPRARME UNA! Por supuesto, no os penséis que me la iba a llevar de camping ni nada de eso, pensaba utilizarla para hacer el chorra y para no pasar mucho frío mientras me recluía en casa.

Mirando por Ebay, encontré que las batamantas originales (creo que se llaman Snuggies) las vendían por un precio entre 12 y 15 euros. Tambíen tenían ofertas de "2 batamantas x 18 euros" y de "3 batamantas x 26 euros". ¡Todas con los gastos de envío gratis!
Ya me tenían casi convencida, pero decidí mirar opiniones de usuarios.

Tras este punto, la felicidad con la que empecé la búsqueda acabó en un triste enfado. ¡La batamanta era una mentira!

- Resulta que leí por internet que NO ESTÁ CERRADA POR DETRÁS. Fiel a su nombre, es una "MANTA CON MANGAS", o sea que se te está helando la riñonera excepto de si te pasas todo el día tumbado en el sofá. Cosa que yo no pensaba hacer.

- Era HIPER FINÚSTICA. Será todo lo suave que el anuncio diga (cosa que sinceramente dudo), pero por lo visto era tan fina que hasta se transparentaba la ropa que llevabas debajo. ¿Cómo me iba a abrigar entonces? ¿¡PERO QUÉ TIMO ERA ESE!?

- No llevaba capucha. Eso ya lo sabía. Pero molaría que tuviese.

Yo ya sabía que la batamanta era una mierda, pero no hasta ese punto. PF.

Indignada, pensé en varias opciones:

Podía comprarme una batamanta, y que mi madre me cosiera en la espalda un velcro o algo así para poder cerrarla por detrás. Pero eso no eliminaba el problema de ser como un papel de fumar de fina.
O podía, y esta fue mi idea estrella, comprarme una oferta de "2 Batamantas x 18€", ponerme una normalmente, y la otra a modo de bata, es decir, del revés. Así estaría cerrada la espalda por una batamanta, y DOS batamantas me protegerían del frío porque las tendría puestas a la vez. Y como guinda del pastel, me las ataría con el cinturón del albornoz.

...Y el conjunto se ataría con el cinturón de mi albornoz.

Me quedé tan asombrada por mi ingenio que pensé: "Esta ideaza no puede perderse en el olvido" y me fuí a contárselo a mi hermano con todo lujo de detalles.
Me puso una cara de esas que dicen "tu eres imbécil" y me dijo:

- ¡¡Pero a ver!! ¿¡Por qué estás ideando tonterías si tu lo que en realidad quieres es una túnica!?

- Pues ya que te crees tan listo, ¿dónde venden túnicas, eh? - le respondí yo.

Así que me volví a mi cuarto para averiguar cómo podía conseguir una túnica. Tras un rato de búsquedas, las encontré pero lamentablemente valían muy caras.

El problema es que ya no me servía para protegerme del frío, sino para hacer el tonto

En ese momento, mi padre entró en mi cuarto preguntándome que qué hacía. Le explique toda la historia: De cómo había empezado buscando batamantas y cómo había acabado encontrando túnicas de hechicero, típicas de jugar a Dragones y Mazmorras en vivo.

Y tras darme cuenta de repente de mi situación, (y darme tremenda vergüenza ajena), apagué el ordenador y seguí estudiando.