lunes, 27 de diciembre de 2010

La sopa de setas

Era una noche de crudo invierno, de esas en las que tienes que dormir con cuarenta mantas y si pudieras con dos pijamas, pero tal peso aplastante de ropa te impediría respirar en tu lecho.
Andaba yo encogida por mi casa, y a pesar de que la calefacción estaba encendida, no hacía efecto (o mi cuerpo estaba tan entumecido que ya había perdido la capacidad de sentir nada), y estaba pensando qué cenar.
La verdad es que lo que me apetecía era una sopa. O un caldo. O algo que te deje la lengua echando humo, el esófago abrasado y que caliente el estómago durante una hora mínimo. Peeeeeero no había nada de eso. Así que era o comer ensalada de la nevera o un revuelto de setas congelado que me había comprado mi madre, por lo que me decidí por esto último.

Las imágenes del producto pueden no corresponder con la guarrada que cocines después

Acabo de fijarme en que dice "Añada huevo y listo". Por lo menos en la parte delantera de la bolsa lo dice bien, porque creo que por detrás alardean de "¡¡CON HUEVO!! ¡¡CON HUEVO!!", y luego resulta que lo tienes que poner tú. Es como sí en el arroz tres delicias (sí, el de la bolsa que yo tiro todo) te viene solo el arroz, y las delicias las tienes que añadir tú "y listo". O viceversa, que te vengan las delicias, y tu te buscas la vida para el arroz. Pero bueno, no voy a hablar de los productos Consumer, que no es el caso.
Además, que yo no le eché huevo.
Bien, pues como es ritual ya en mis congelados, me leí la bolsa minuciosamente para saber lo que había que hacer para cocinar:

"No hace falta descongelar, echar dos cucharas soperas de aceite en una sarten, dejar calentar y verter el contenido de la bolsa. Echar un huevo. Calentar 8-10 minutos, removiendo constantemente, y sazonar al gusto."

No recuerdo las instrucciones palabra por palabra, pero era algo así.
Vertí el contenido de la bolsa sobre la sartén, ya sabiendo que esos trozazos de gambas, setas y champiñones congelados no iban a ser tales porque se encogen:


Yo me puse a hacer mis cosas, mientras las setas se descongelaban un poco, y al rato me puse a remover. Todo iba viento en popa, hasta que empezó a aparecer agua. CALDO.
Al principio me imaginé que podía ser normal, así que esperé a que se evaporara.
Pero el agua seguía aumentando, el barco que era mi sartén empezó a inundarse y sus tripulantes (las setas y demás) estaban anegados por ese caldo que todo lo invadía.




¡¡EL TITANIC DE SETAS SE HUNDIRÁ!!
¡¡SÁLVESE QUIEN PUEDA!!



No podía achicar aquel caldo infinito que me rodeaba, así que ante la impotencia, cogí de nuevo la bolsa y releí las instrucciones.
En NINGÚN párrafo decían nada de "esto va a soltar agua, tírela y siga cocinando", "cuando el agua empiece a desbordar su sarten, deje que se evapore, y continúe con su vida", "ATENCIÓN: Recuerde que los champiñones sueltan agua", ni nada que tenga que ver con agua.
¡Y yo no tenía por qué saberlo! :(

Finalmente, me cansé, y me dejé llevar por la corriente de hongos. Me serví mi sopa de setas en un plato, Y ME LA COMÍ. Con cuchara.
Como he dicho al principio, ese día hacía mucho frío así que me vino muy bien la sopita, pero no dejaba de pensar en como el Eroski y sus productos engañaban a sus clientes, vendiendo revueltos que luego resultaban sopas.

No tengo fotos de este plato caldoso, pero cuando mi madre me preguntó que qué tal había salido el revuelto, y le conté mi supervivencia al naufragio, me aclaró que los champiñones SIEMPRE sueltan agua y que tenía que dejarlos en el fuego hasta que se evaporara. ¿Por qué no especifican estos consejos de madre en las bolsas?

En fin, otro día volví a enfrentarme a la sopa de setas, y esta vez salió bien: El agua se fue y un nuevo y maravilloso día amaneció ante mis ojos

Vale, no tiene muy buena pinta. Pero recordad que mi cámara de fotos da asco.


Y recordad, niños: Los champiñones sueltan agua. MUCHA agua.

sábado, 18 de diciembre de 2010

French Cuisine

El otro día, se me ocurrió probar algo nuevo:
Me decidí a hacer una tortilla. Francesa, eso sí. Que las de patata llevan demasiada elaboración para mi inutilidad desbordante, así que esa la intentaré cuando evolucione de nivel.

Por supuesto, esta idea me la saqué de la manga. No había asistido a la clase de "cómo hacer tortilla francesa" que mi madre le había dado a mi hermano (Y ESTO ES VERÍDICO), así que tuve que improvisar.

O mejor dicho, quise improvisar. Pero como soy muy insegura, sólo eché un huevo en el plato y lo batí con un tenedor.

¡MEEEC! ¡ERROR!
Si quieres que tu tortilla no sea un papel de fumar, y que al menos te alimente, echa dos huevos.

¿Qué cantidad de aceite habría que calentar? Supongo que poco, pero ¿y si echaba demasiado poco? ¿y si me pasaba sin querer? Decidí esperar a mi hermano, el cual tardó horas en volver a casa, para preguntarle la duda en cuestión.
Una vez resuelta, eché cuidadosamente el líquido amarillento que sería mi tortilla en la sartén.
Lo que nadie me había dicho era QUE LA TORTILLA SE HACE A LA VELOCIDAD DE LA LUZ, así que cuando me quise dar cuenta, ya se había hecho.

"Mejor, así ahorraste tiempo en tu ocupada vida." - Pensaréis vosotros.

¡¡MEEEEC!! ¡¡ERROR!!
¿Por qué? En seguida lo entenderéis:



Por un lado:
¿Por qué no puedo hacer una cosa que no se queme?


Y por el otro:
¡¿¿¡¡PERO ESTO QUÉ ES!!??!

La velocidad de escape de la tortilla hacia la bazofia se me había ido de las manos. Para intentar consolarme a mí misma, le dije a mi hermano:
- ¿Está tan mal? :(
- ¿Qué diferencias ves tú con una de las tortillas que hace mami? - me respondió él.

La respuesta apareció flotando ante mí como una verdad universal:
"Las tortillas de mi madre son amarillas y jugositas, y la mía era marrón y acartonada."

¿Sabía bien? Psss... estaba seca, es lo único que puedo decir.

Conclusión: La clave del éxito en la vida es una tortilla de dos huevos y hecha por un cocinero que pueda trabajar sobre la hipervelocidad.

Pd: Habréis notado que la calidad de las fotos ha bajado mucho, y eso que antes no era para tirar cohetes. Pues no hay otra cosa, se me ha roto el móvil y esto es lo que hay.