viernes, 17 de junio de 2011

Guía de supervivencia para la simpleza 2: Macarrones.

Debido a que (como ya dije en post anteriores) estoy a dieta, no puedo comer muchas cosas de las que me gustaría. Sin embargo, me encuentro en un periodo en el que se me permite comer pasta.
Es por este motivo que me decidí a intentar hacer un plato del que no tenía ni una noción básica.
Continúo pues con la Guía de la Supervivencia para la Simpleza.

Hoy cocinamos... Macarrones.

Inspirada tal vez por los "Macarrones Muerte™" de mi amigo Joselete, pero sin poder seguir su receta debido a la alta cantidad de grasucha y calorías innecesarias que contienen, quise hacer unos macarrones a lo light.

Para una persona, la cantidad orientativa de macarrones a cocer es "un puñado y un poco". Esta medida tan rudimentaria pero efectiva quizá pueda denotar que abusamos excesivamente del SMO (Sistema Métrico del Ojímetro), pero es la que es. Te queda un platazo bastante decente, ni muchos ni pocos. Pero bueno, para la gente tiquismiquis, y por curiosidad de cuánto sería "un puñado y un poco", antes de echarlos al cazo, los metí en un vaso (de unos 250 ml) y digamos que faltaba un poco para que lo llenasen. Así que un poco más de la mitad de un vaso estará bien.

Para cocer la pasta, mi madre echa un trozo de cebolla (una capa, más bien), un diente de ajo y una hoja de laurel. Como yo sólo tenía la cebolla, y no sabía que había que echarle ajo, eché un par de cachos de cebolla y puse a cocer el agua. A continuación, eché los macarrones al cazo.

Vigilad el fuego, pues a los 3 o 4 minutos hay que bajarlo porque sino se desborda todo.


Mientras se cocían pensé: No tengo jamón ni chorizo, y aunque los tuviese, no podría comerlos... ¿qué puedo hacer para no caer en la soledad de unos sosos macarrones sin ningún cárnico aditivo?
Como de segundo plato iba a comer unas hamburguesillas (el filete nada más) a la plancha, desmenucé una de ellas e hice los cachejos a la plancha.

Hamburguesillas powah.


Una vez la pasta esté cocida (tiempo aproximado, unos 10 minutos, yo diría), la escurrimos (ya tengo escurridor normal, no como el día del invento de las espinacas), y la ponemos en un plato. Es posible que algún (o muchos) macarrón rebelde se te quede pegado al cazo, si esto te ha ocurrido... pues para otra vez estás más atento. Yo tuve la suerte de que sólo se me pegaron dos y salieron con facilidad, así que tampoco me he preocupado mucho de ese problema :)

Vertemos tomate frito sobre los macarrones. La cantidad, pues depende de como te guste. A mí personalmente me gusta que todos los macarrones tengan tomate, pero sin que haya ninguno que tenga más de la cuenta. Esta enrevesada manera de describir mis preferencias se traducen en una cucharada y media sopera de tomate frito.

Puedes ir revolviendo ya para ver si necesitas más tomate, o por el contrario te has pasado.


A continuación, se echa también las carnecitas que hemos cocinado antes, y se parten unos trozos de queso (ya que no tenía queso de ese de tirillas para la pasta rallado de bolsa), poniéndolos en el plato. Esta idea sí que la saqué de los Macarrones Muerte™.

Pasarse con los quesos indicaría demasiado parecido a los Macarrones Muerte™, que no es lo que buscamos, sino algo más ligero.

Por último, metemos un minuto el invento al microondas, para que el queso se funda.

Casi puedo olerlo desde aquí

Y ahora... ¡A revolverlo todo! Como toque final, yo que soy amante del picante y del tabasco, eché unas cuantas gotas por encima, para darle un poco de gracia al asunto.

De esto último ya no hice foto porque me estaban rugiendo las tripas cual león hambriento, así que me lancé a devorar mi pasta recién hecha como si de un opíparo banquete se tratase.

Será porque hacía mucho que no comía macarrones, pero me supieron a gloria bendita.
Días después, puedo pensarlo con frialdad y la verdad es que estaban buenos. No diré que eran una delicatessen, pues obviamente escogí la forma más simple de hacerlos, pero para salir del paso valen. Que a fin de cuentas, es en lo que consistes esta guía.

viernes, 3 de junio de 2011

El secreto del buen Lavador de Platos

Bueno, antes de nada, he de excusarme por mi "abandono bloggero" (que no es abandono, porque he vuelto, siempre vuelvo, como los domingueros a sus casas del pueblo, como los Jingle-Cats en navidad, como las rebajas que no son tan rebajas al Corte Ingés), y es que estaba de exámenes en la universidad. Bueno, estaba, y lo sigo estando.

En uno de mis momentos de descanso entre estudio y examen, me encontraba hablando por el msn con un amigo, cuando de repente me hizo la siguiente pregunta:

- ¿No te ha pasado esto millones de veces en el piso?

Y me adjuntó la siguiente imagen:


Situación normal de jóvenes inexpertos del fregoteo... ains, AFICIONADOS.

Con nostalgia observé el dibujo, pues a mí eso YA NO ME PASA. ¿Y por qué? Porque he desarrollado un movimiento ágil de muñeca digno de Rafa Nadal que acompañado de unos teoremas matemáticos inventados por mí, impiden que el agua me chorree hasta el mangote (mangote = puño de la sudadera) o hasta casi la axila si ese día llevo camiseta corta.

Primero empezaré contando qué es lo que NO se debe hacer. Es un fallo común, mío también cuando era joven e inexperta, sostener el plato de tal manera que las líneas de líneas de dirección son paralelas y las de sentido son perpendiculares en un ángulo de 90º, tal y como se muestra en el siguiente dibujo:

Repito: Esto NO SE DEBE HACER

Como vemos, la posición del plato con respecto de la mano hace que el agua caiga, gracias al efecto gravitatorio, hacia nuestro bracito.

El truco está en cambiar esta posición lineal de mano-plato girando levemente la muñeca en el sentido contrario a las agujas del reloj, hasta que el plato forme con la linea imaginaria que se encuentra perpendicular a nuestra mano un ángulo de unos 50-60 grados al que he bautizado como "ángulo perfecto". Sé que este párrafo físico-matemático es inentendible, así que para mayor comprensión he plasmado la imagen mental de la teoría en un dibujo de paint:

Perfeccionar la técnica del ángulo perfecto me llevó lustros

Sin embargo, a pesar de que esta posición para sostener el plato dejará tus mangas secas, si quieres ser el "Master of DishWashing" voy a enseñarte el secreto mejor guardado del mundo de los lavaplatos manuales, que te llevará al éxito en cualquier situación fregoteadora.
De nuevo, para explicarme mejor (bueno, y porque me encanta dibujar), adjunto un esquema paso a paso.

Olvidé decir que conviene cerrar el grifo, por aquello de ahorrar agua y salvar al planeta

La flecha roja indicará la dirección que ha de tomar el plato, mientras que la flecha azul indicará la dirección de nuestra mano.

Paso 1: En el fregadero, sacudiremos el plato levemente, pero haciendo movimientos rápidos de arriba a abajo, con el objetivo de quitar el agua innecesaria.

Paso 2: Establecemos en la pila el "Ángulo Perfecto" explicado anteriormente, sin peligro de mojarnos en ningún momento, ya que consideraremos el nivel del fregadero como una especie de símil del "nivel del mar", donde no hay pendientes posibles que hagan que el agua moje nuestro brazo. A no ser que lo metas debajo del grifo, pero eso es culpa tuya.

Paso 3: Ascendemos el brazo, elevándolo por encima del "nivel del fregadero", MANTENIENDO LA POSICIÓN DEL ÁNGULO PERFECTO. Este paso es el más importante y el hacerlo bien depende de nuestro éxito en la misión, o el desastre y la más horrible de las vergüenzas.

Paso 4: Una vez llegado a nuestro destino, el "reposaplatos" (me pregunto como se llamará realmente...), podemos volver a girar la muñeca a la posición original. Es lo más común, y lo que he representado en el dibujo, girar el plato hasta que el ángulo que forme con tu mano coincida con el reposaplatos. Para dejarlo ahí y olvidarte de él.


Si has realizado este proceso correctamente, tu brazo estará seco. Y yo me sentiré orgullosa, pues el aprendiz habrá llegado al nivel del maestro.
Si algo hiciste mal, no desesperes. Controlar esta técnica requiere lavar platos, muchos platos, y no a todo el mundo le sale a la primera. Y recuerda:



"Dal cela, pulil cela, Danielsan" - Miyagi dixit.


Como último consejo, te diré que tengas cuidado al fregar los vasos, ya que si introduces el estropajo-esponja con demasiado ímpetu en el vaso, te puede saltar espuma a la camiseta y/o a los ojos/gafas.

¿Estropajo-esponja = Estroponja?