viernes, 28 de enero de 2011

Teoría batamantizada

Cuando solía vivir (que con eso de los exámenes, hace mucho que no lo hago), ya comenté que me entretenía mirando los papelotes de oferta que me llegan al buzón.

Antes de navidades, llegó un catálogo del hipercor. Esta vez ni si quiera lo había mirado, pues no tenía intención de ir a comprar nada allí, ya que el hipercor en cuestión me pilla un poco en el quinto pino desde mi casa.
Sin embargo, mi hermano SÍ que se lo había visto de principio a fin, y cierto día al llegar a casa, corrió emocionado a recibirme.

- ¿Sabes qué? ¿sabes qué? ¿sabes qué? ¡¡MIRA LA PÁGINA CATORCE!!

Así que fui a ello y me encontré con el siguiente artículo:

¡¡¡¡BATAMANTAAAAAAAAAAAA!!!!

¡LA BATAMANTA! ¿La vendían en el hipercor? ¡Oh dios mío! ¡Y la protagonista del anuncio está leyendo Crepúsculo hasta echar la pota y poniéndose ciega a carajillos! (¿No conoces la batamanta aún? Click aquí y aquí).
Tras maravillarme de la popularidad de la batamanta y recuperarme del asombro que me produjo el tenerla tan al alcance de la mano, olvidé el tema y seguí con mi vida.

Pero sin embargo, la Batamanta había calado hondo en mí, y en momentos de mucho frío echaba de menos (incoscientemente, eso sí) un producto similar. ¿Sería tan calentita como se comentaba por ahí? ¿Podría utilizarla para fines sectarios tal y como decía el gran Loulogio?

Hace un par de findes en mi nido familiar, me decidí. En un rato que tuve libre, me dediqué a buscar información sobre la Batamanta. ¡ESTABA DECIDIDA A COMPRARME UNA! Por supuesto, no os penséis que me la iba a llevar de camping ni nada de eso, pensaba utilizarla para hacer el chorra y para no pasar mucho frío mientras me recluía en casa.

Mirando por Ebay, encontré que las batamantas originales (creo que se llaman Snuggies) las vendían por un precio entre 12 y 15 euros. Tambíen tenían ofertas de "2 batamantas x 18 euros" y de "3 batamantas x 26 euros". ¡Todas con los gastos de envío gratis!
Ya me tenían casi convencida, pero decidí mirar opiniones de usuarios.

Tras este punto, la felicidad con la que empecé la búsqueda acabó en un triste enfado. ¡La batamanta era una mentira!

- Resulta que leí por internet que NO ESTÁ CERRADA POR DETRÁS. Fiel a su nombre, es una "MANTA CON MANGAS", o sea que se te está helando la riñonera excepto de si te pasas todo el día tumbado en el sofá. Cosa que yo no pensaba hacer.

- Era HIPER FINÚSTICA. Será todo lo suave que el anuncio diga (cosa que sinceramente dudo), pero por lo visto era tan fina que hasta se transparentaba la ropa que llevabas debajo. ¿Cómo me iba a abrigar entonces? ¿¡PERO QUÉ TIMO ERA ESE!?

- No llevaba capucha. Eso ya lo sabía. Pero molaría que tuviese.

Yo ya sabía que la batamanta era una mierda, pero no hasta ese punto. PF.

Indignada, pensé en varias opciones:

Podía comprarme una batamanta, y que mi madre me cosiera en la espalda un velcro o algo así para poder cerrarla por detrás. Pero eso no eliminaba el problema de ser como un papel de fumar de fina.
O podía, y esta fue mi idea estrella, comprarme una oferta de "2 Batamantas x 18€", ponerme una normalmente, y la otra a modo de bata, es decir, del revés. Así estaría cerrada la espalda por una batamanta, y DOS batamantas me protegerían del frío porque las tendría puestas a la vez. Y como guinda del pastel, me las ataría con el cinturón del albornoz.

...Y el conjunto se ataría con el cinturón de mi albornoz.

Me quedé tan asombrada por mi ingenio que pensé: "Esta ideaza no puede perderse en el olvido" y me fuí a contárselo a mi hermano con todo lujo de detalles.
Me puso una cara de esas que dicen "tu eres imbécil" y me dijo:

- ¡¡Pero a ver!! ¿¡Por qué estás ideando tonterías si tu lo que en realidad quieres es una túnica!?

- Pues ya que te crees tan listo, ¿dónde venden túnicas, eh? - le respondí yo.

Así que me volví a mi cuarto para averiguar cómo podía conseguir una túnica. Tras un rato de búsquedas, las encontré pero lamentablemente valían muy caras.

El problema es que ya no me servía para protegerme del frío, sino para hacer el tonto

En ese momento, mi padre entró en mi cuarto preguntándome que qué hacía. Le explique toda la historia: De cómo había empezado buscando batamantas y cómo había acabado encontrando túnicas de hechicero, típicas de jugar a Dragones y Mazmorras en vivo.

Y tras darme cuenta de repente de mi situación, (y darme tremenda vergüenza ajena), apagué el ordenador y seguí estudiando.

viernes, 21 de enero de 2011

La isla de las estrellas y otras historias...

... o "WORST DAY EVER".

Todo el mundo tiene días malos. Yo especialmente, pues acostumbro a ser una quejica. Últimamente lo hago más aún, puesto que estoy en la época de la muerte estudiantil: Los exámenes de enero. Así que estoy bastante susceptible.

Aquella noche, me encontraba apesadumbrada por un examen que había tenido ese día y más preocupada aún por otro que tenía al día siguiente. Por si fuera poco, mis tripas rugían como leones furiosos y mi hermano no venía de clase.
Como ya se pasaba bastante de la hora de la cena, decidí empezar a hacerla. Si mi hermano aparecía para cuando estuviese hecha, bien; y si no, tendría que cenar solo.

Ya tenía pensado lo que iba a cenar: sopa y pescado. Sí, cena de enfermo, que le venía al pego a mi ánimo desvalido. Para darle un poco más de gracia al asunto, me disponía a hacer patatas fritas, emulando recuerdos de los "fish 'n chips" que me comí en Dublín (el único finde de "vacaciones" que tuve el año pasado), y que hacía siempre que tenía tiempo.

La ley de Murphy dice que si algo puede salir mal, saldrá peor. Que la tostada siempre cae al suelo por el lado de la mantequilla. Pero lo que no dice la Ley de Murphy es que no sólo con caer de ese lado, se reboza por todo el suelo y llega hasta los pelusones de debajo de tu cama, el día que casualmente no habías barrido.
Pues eso fue lo que me pasó a mí. No literalmente, claro.

Pelé, partí las patatas y las eché a la sarten, mientras ya había puesto el cazo en el fuengo con el caldo que me había dado mi madre. Mientras esperaba a que alguna de las dos cosas se hiciese, me puse a partir MIS DOS CACHOS DE PESCADO.
Cuando el caldo estaba caliente, eché las estrellitas en el cazo.

Si buscas "Sopa de estrellas" en Google, sale esta imagen bajo el título "PASTAS INFANTILES". No sé que me quieren dar a entender con eso.

Tras este paso, esperé más tiempo a que se hiciese, a la par que le iba dando la vuelta a las patatas para que se hicieran por ambos lados.
¿Y qué tiene esta historia de "Worst Day Ever"? ¡Ajá! Lo mejor está por llegar.

Antes de nada, he de hacer la reflexión de buscarme una sartén más grande que la utilicé, ya que como había echado patatas para mí y para mi hermano, había muchas y me costaba darles la vuelta sin tirar nada.
Esta molestia ocasional se convirtió en una batalla encarnizada (o debería decir "empatatizada", dada la situación) para mi inexperiencia cocinil. Luchaba a muerte para poder dar la vuelta a las patatas sin tirar ninguna fuera de la sartén, y por supuesto sin volcarla. Todo esto echando miradas fugaces hacia mi cazo de sopa, que humeaba alegremente en su fogón.
Los goterones de sudor corrían por mi frente por el esfuerzo mientras que me mordía los labios en expresión de concentración.
Conseguí recolocar las patatas varias veces con éxito, todo hay que decirlo. Pero de las últimas veces que lo hice, descubrí con auténtico horror que se me estaban quemando por un lado.

- ¿Pero cómo es posible? - Pensé yo

Esto empezaba a convertirse en un "cosas que se hacen por un lado y por el otro no". Y no es que estuvieran semi quemadas por un lado y semi hechas por el otro. NO. Es que estaban casi crudas por un lado y semi quemadas por el otro.

- ¿PERO CÓMO ES POSIBLE? - Me grité internamente (hacerlo en alto hubiera sido una idiotez, puesto que estaba sola)

Ahora me doy cuenta de que en la foto que hice no se aprecia bien, pero todas las patatas que ahí veís casi crudas, por su otra cara estaban oscurecidas.

The Dark Side of the Potato (El lado oscuro de la patata). Pink Floyd Cooking.

En ese momento, algo como ffffffssshhhhhhhhhhh llegó a mis oidos. Miré hacia mi cazo de sopa, dándome cuenta de que ante el punto de ebullición, toda mi sopa se estaba DESBORDANDO. Bajé el fuego rápidamente, pero era tarde. Mucho caldo se había evaporado, otro tanto se lo habían "chupado" las estrellas, y yo odiaba la sopa poco caldosa.

La isla de las Estrellas se caracteriza por su montículo de pasta y su diminuto charco de caldo de sopa. Es uno de los destinos preferidos por los turistas.

De nuevo, no se puede apreciar bien (me estoy dando cuenta de que soy una fotógrafa pésima), pero os aseguro que tenía dos gotas de caldo.

Harta del mundo, serví todo, y me hice el pescado en 2 minutos, el cual por cierto se me destrozó en la sartén. De esto ya no saqué foto, era recrearse demasiado en la desgracia.