sábado, 30 de octubre de 2010

Del día que casi me quedo sin cenar...

...o de la importancia de calcular las cantidades.

No sé si es sabido por todos (o es un producto de mi imaginación desbordante) que el pescado se encoge en la sartén. No es que se encoja un poco. Es que se encoge MUCHO.
Mi madre ya me avisó de cosas que se encogen o se agrandan cuando las cocinas: como por ejemplo que si dejas la sopa un rato una vez hecha, las estrellitas se chupan to' el caldo (sí, me gustan más las estrellas que los fideos); o como que los champiñones al hacerlos se encogen.

Pero del pescado no me dijo nada, así que un día me dispuse a cenar un buen trozazo:

Recién cogido del río... de mi congelador

Lo partí en dos trozos y me dispuse a echarlo a la sartén. La preparación de la cena no tuvo ningún incidente que destacar (increíble, ¿eh?), bueno, si omitimos que al darle la vuelta a los cachos para que se hiciesen por el otro lado casi se me destrozan, pero como al final no ocurrió, no tengo nada que decir respecto a ese tema.

Bien, pues resulta que una vez hechos y sacados de la sartén, me encuentro con el TRISTE panorama de:
Pezqueñines no, gracias :(

¿QUÉ? ¿DONDE ESTÁ LA MOBY DICK QUE ME DISPONÍA A COMERME? ¿que es lo mismo? ¿que la soledad del plato me hace pensar que el pescado ha encogido pero que en realidad es mentira?
Os lo demostraré matemáticamente:

Si os fijáis en cualquiera de las dos fotos, en mi plato con florecillas azules podemos encontrar dos circunferencias concéntricas: la que es el borde del plato, y la que le da la horizontalidad a la porcelana, vamos, el círculo de dentro (que es lo que está plano).
En la primera foto, el pescado consistía en el diámetro de la circunferencia exterior, es decir, ocupaba todo el plato.
Sin embaaaargo, en la segunda foto, el pescado se HA REDUCIDO hasta que si juntamos imaginariamente los dos cachos, forman un poco más del diámetro de la circunferencia interior.

Conclusión: Que mi cena se había transformado en insuficiente.
Ya no recuerdo que me tomé exactamente para no desnutrirme, creo que fue un bocadillo de chorizo. ¿Que no pega ni con cola con el pescado? Lo sé, pero es lo que tiene calcular tu cena a ojo, que te quedas corta.

Moraleja: Ante la duda, sacad siempre dos pescados.

viernes, 15 de octubre de 2010

Mi primera experiencia en la cocina

Una vez conseguidas las pruebas físicas de mi primera experiencia en la cocina, paso a relatarla.

Antes, haré una pequeña introducción diciendo que mi madre había comprado un filtro para la campana extractora, como este:
Léase IGNIFUGO en letras muy grandes y rojas. Imagen cortesía del señor Google.

Es una parte muy relevante de la historia que conviene no olvidar. Prosigo:

Mi primera vez en la cocina, mi primera cena hecha por mi misma. Estaba nerviosa y emocionada a la vez, ¡ajá! por fin le podría demostrar a mi madre que no era tan desastre como parecía.
Iba a cenar acelgas rehogadas, y además empezaba con una pequeña (gran) ayuda: mi madre YA ME LAS HABÍA COCIDO EN CASA, y me las había metido en un "tupper" (no sé como se escribirá, pero yo de ahora en adelante en este blog, escribiré "taper").
Repetiré: Acelgas rehogadas. YA cocidas. SOLO REHOGAR. ¿Qué puede salir mal? ¿¡QUÉ PUEDE SALIR MAL!?

- Nada - me dije yo. Pero claro, si así hubiese sido, no estaría escribiendo esto.

Puse aceite a calentar en una sartén, le eché un diente de ajo, y mientras se doraba, saqué mis acelguitas del taper y las escurrí. Aunque casi no tenían agüilla, pero yo lo hice.
Lo siguiente que recuerdo es estar yo felizmente silbando, echando mis acelgas en la sarten, y al momento siguiente, ésta empezó a arder. LITERALMENTE.

Yo me quedé blanca. ¿QUÉ? ¿PERO CÓMO HA OCURRIDO ESTO? Mi cocina parecía el infierno, el fuego de la sarten iluminaban la estancia como si de una lámpara de aceite (y nunca mejor dicho) se tratase, y la campana era pasto de las llamas.

Tardé un pelín en reaccionar por el shock de la situación, pero contuve las lágrimas que ya empezaban a aflorar en mis pobres ojitos resplandecientes por la sartén llameante, y arrojé suavemente una bayeta húmeda sobre el fuego. (¿Por qué no puse una tapa encima de la sartén como hubiese hecho Karlos Arguiñano, como dijo en un programa que ví SEMANAS después? Porque no se me ocurrió. Ea, soy lenta).

El fuego se extinguió al instante, e intenté limpiar la parte ennegrecida de la campana pero sólo conseguí quitar lo de los azulejos.
Y si os preguntabáis por el filtro, aquí podéis apreciar su poderío ignífugo:

De este material están hechos los trajes de los pilotos de Fórmula 1 :D

Por cierto, mis acelgas no se quemaron, salieron muy ricas. Pero como estaba muy triste, me las comí sin ganas. Y ésta situación traumática me produjo un miedo y una depresión que creo que por eso me salió el huevo tan feo que os enseñé el otro día.

PD. La sartén había salido ardiendo porque eché las acelgas sin bajar el fuego, y alguna gotilla de agua habría. O eso creemos.

(De verdad, no soy tan tonta como aparento... hay cosas que se me dan bien... como por ejemplo, contar situaciones avergonzantes de mi vida por internet)

domingo, 10 de octubre de 2010

El Huevo Más Feo del Mundo

Voy a saltarme un poco el orden cronológico de mi vida culinaria, porque mi primera experiencia en la cocina necesita pruebas físicas que tomaré la semana que viene.

Hoy os hablaré de mi primer huevo frito.

Nuestra primera vez es algo que no se olvida, que recordaremos con añoranza, amor y nostalgia, recordando nuestros pequeños errores con una sonrisa en la boca, y la satisfacción y placer producido al acabar (sí, sigo hablando de cocina), cuando seamos unos expertos Chef Ramsay o unos Ratatouilles dignos de Pixar, y friamos huevos como este:


Perfection: Este es un huevo sacado de Google Imágenes. Pero vamos, que mi madre los hace igual o mejor.


Mi primer huevo frito, experiencia a la que a partir de ahora comenzaremos a llamar "El huevo más feo del mundo", lo recordaré toda la vida: Fue una atrocidad.

"¡Hacer un huevo frito no puede ser tan difícil!" - pensé yo. Ajá, amigos, y no lo es. Lo dificil es hacer que tu creación no sea ningún monstruo de Frankestein del colesterol.

No había recibido ninguna noción básica, excepto que mi hermano me había contado que su primer huevo frito le había quedado como cuando arrugas un papel albal y luego lo intentas alisar.
Deduje (ya no sé si fui yo o lo dedujo alguien por mí) que podría haber sido por haber echado el huevo con el aceite muy caliente. Por lo que yo, lista de mí, me dije: "¡Pues ya está! Lo echo con el aceite frío y punto".
Mientras el aceite se calentaba con mi huevo dentro, le echaba con una paletita el líquido dorado sobre la clara, sobre la yema... Como si de achicar agua de un barco se tratase. ¿Cuánto tiempo debía esperar hasta que se hiciese? No lo sabía. ¿Cómo debía sacarlo una vez hecho? Tampoco lo sabía. ¿Era normal que el aceite estuviera saltando a mansalva por toda la cocina? ¿Por qué era tan inútil? Esta y otras preguntas sin resolver se acumulaban en mi cabeza, así que lo mejor que hice fue bajar el fuego.

A partir de aquí, no hay mucho que destacar de la historia de freir un huevo, ya que lo más importante es el resultado. Al calcular a ojímetro el tiempo de estar friéndose, me debí pasar (o quizá me pasé al echarle muchas veces aceite con la paletita sobre el puñetero huevo), pero sacarlo de la sartén no fue un problema, ya que era IMPOSIBLE que la yema se rompiera, veréis por qué:

El Frankestein huevil. Y unas patatas fritas que involuntariamente salieron grasientas in extremis.

Nunca, jamás, en todos mis años de comedor en el instituto (en la que os aseguro que los huevos eran una bazofia inmunda), ni en los tres años en los que estuve en una residencia (y los huevos tenían la yema dura y la clara líquida), había visto un huevo TAN EXTREMADAMENTE FEO.
La yema era inmojable de lo cocida que estaba (de ahí que no me preocupara a la hora de sacarlo), y la clara como véis, no tenía su mejor aspecto. De hecho, en la foto se puede apreciar una zona de la clara más oscurecida, no sé por qué salió así.
Pero volvamos a mis sentimientos ante tal aberración de la naturaleza que YO había creado... Frustación. Sobre todo eso. :(

Como Juan Palomo, yomeloguisoyomelocomo, me lo zampé. Al menos estaba comible. Quitando el hecho de que no podía mojar pan y que ese trocito de clara oscurecida no me lo comí porque me daba mal rollo. Eso sí, estuve toda la cena pensando en mi pobre huevo feo y en lo desastre que soy cocinando. Aish.

Y eso es todo, ese fue el Huevo Más Feo del Mundo, mi primer huevo frito.
Otro día contaré el Huevo Feo V.2., que no fue tan feo porque actué bajo la supervisión de mi madre.

sábado, 9 de octubre de 2010

El inicio

¡Saludos desde los aires!

Desde septiembre de este año, las opiniones de mis amigos sobre mí están divididas: los hay que me menosprecian por no saber apreciar la suerte que tengo, los hay que me comprenden totalmente y los hay que me tienen envidia.

¿La razón?: Me he independizado.
Hasta aquí, todo correcto, ¿por qué tanto revuelo? No hace mucho hice una de las afirmaciones que me llevaron a ser el motivo de conversación (durante un rato, no os vayáis a pensar) y discusión de mis conocidos: Vivir sola es un asco. La independencia es un rollo.

Al margen de la opinión de cada uno, resumiré mis razones: Soy una chica de 21 años y es la primera vez que despego del nido paterno TOTALMENTE. No sé cocinar, ni planchar, ni lavar, ni nada, es decir, soy una "Chacha de nivel 1". Al contrario de lo que estaréis pensando, NO SOY UNA VAGA, ya que ganas de aprender no me faltan, pero tampoco me falta torpeza e ignorancia.

Con este blog, pretendo contar mis aventuras apañándomelas sola, pero sobre todo, convenceros de una gran verdad: VIVID DE VUESTROS PADRES, hasta que podáis vivir de vuestros hijos... Y si vuestros hijos salen igual que vosotros, más vale que tengáis una pareja que os quiera tanto que no le importe ser vuestro esclavo de por vida.

Si por casualidad, algún gorrioncito torpe como yo pasara por este cielo plagado de las nubes de la responsabilidad, espero servirle de ayuda. Que no todo va a ser quejarse.

Sin más preámbulos, empieza mi escuela de altos vuelos en la emancipación. ¡Qué disfrutéis!


Foto: Yo cuando me enteré que me tenía que ir a vivir a un piso: WHAT!?